Una princesa de marte by Edgar Rice Burroughs

Una princesa de marte by Edgar Rice Burroughs

autor:Edgar Rice Burroughs [Burroughs, Edgar Rice]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF
publicado: 2011-01-19T23:00:00+00:00


16

La huida

El resto de nuestro viaje no tuvo imprevistos. Estuvimos veinte días en la ruta, cruzando dos lechos de mares y atravesando o rodeando un número de ciudades en ruinas, bastante más pequeñas que Korad. Atravesamos dos veces los famosos acueductos marcianos, llamados canales por nuestros astrónomos terrestres. Cuando llegábamos a esos sitios, se enviaba a un guerrero a la delantera, provisto de un catalejo. Sí no había una tropa considerable de marcianos rojos a la vista, nos acercábamos lo más posible sin correr el riesgo de ser vistos, y acampábamos hasta que oscureciera. Entonces nos aproximábamos cuidadosamente hasta las zonas cultivadas, y luego de localizar uno de los numerosos y anchos caminos que por lo general cruzan esas áreas, nos deslizábamos silenciosa y furtivamente hacia las tierras áridas del otro lado. Uno de esos cruces nos llevó cinco horas sin parar una sola vez y el otro llevó la noche entera, de modo que sólo abandonamos los confines de los campos cercados cuando empezaba a despuntar el sol. No había hablado ni una sola vez con Dejah Thoris, ya que no me dio a entender ni una palabra de que seria bienvenido a su carro. Por mi parte, mi estúpido orgullo me impidió hacer intento alguno. Estoy convencido de que la actitud de un hombre con una mujer está en relación inversa con su valentía entre los hombres. El débil y el lelo tienen por lo general una gran habilidad para hechizar al sexo débil, mientras que un hombre de lucha, que puede hacerle frente a peligros reales sin temor alguno, se esconde en las sombras como un niño asustado.

A los treinta días de mi llegada a Barsoom entramos en la antigua ciudad de Thark, a cuya gente, olvidada desde mucho tiempo atrás, esta horda de hombres verdes había robado hasta el nombre. Las hordas Tharkianas sumaban alrededor de treinta mil almas y estaban divididas en veinticinco comunidades. Cada comunidad tenía su propio Jed y jefes menores, pero todas estaban bajo las órdenes de Tal Hajus, Jeddak de Thark. Cinco comunidades tenían sus cuarteles en la ciudad de Thark y las restantes estaban esparcidas entre otras ciudades desiertas del antiguo Marte, a lo largo y ancho del distrito gobernado por Tal Hajus.

Hicimos nuestra entrada en la gran plaza central por la tarde, temprano. No hubo saludos entusiastas de amistad hacia la expedición que regresaba. Los que por casualidad se veían nombraban a los guerreros o mujeres con los que estaban en contacto directo, con el saludo formal de su especie. Pero cuando descubrieron que la caravana traía dos cautivos el interés se incrementó y Dejah Thoris y yo fuimos el centro de atracción de los grupos.

Pronto se nos asignó nuevas habitaciones y el resto del día lo utilizamos en acomodarnos a las nuevas condiciones. Mi hogar ahora daba ~ una avenida que, proveniente del sur, salía a la plaza y era la arteria principal por la que habíamos marchado desde los límites de la ciudad. Estaba en el extremo opuesto de la plaza y tenía un edificio entero para mí solo.



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